Eres para mí como el agua…
A veces, como un río caudaloso en un país templado, con aguas calidas que fluyen envolventes y hacen que todo alrededor crezca verde y fuerte y sano.
A veces, un río de deshielo, que corre rápido y estrepitoso, arremetiendo contra todo a su paso y que hace que la sangre se te congele si lo tocas.
A veces, un lago calmo y estático, perdido en medio de un bosque encantado donde todo es magia antigua y yo puedo ver mi reflejo en ti, donde me reconozco.
A veces, un mar abierto en medio de una tormenta catastrófica, donde solo un buen pescador, acostumbrado a lidiar con el océano, puede navegar sin perecer.
A veces un mar ártico, frío y rígido, impenetrable. Que se niega rotundamente a ser explorado por que prefiere la seguridad de seguir siendo virgen de los hombres.
A veces eres como el mar entre los fiordos, te mueves sinuoso y acompasado y recorriendo tus curvas delicadas uno puede encallar hasta morir.
A veces eres agua transparente y profunda, de olas sutiles. Donde uno al sumergirse, encuentra los más bellos colores, los más graves sonidos apagados, las más maravillosas ruinas hundidas, los más valiosos tesoros escondidos.
A veces eres arroyo, fresco y lleno de vida, luminoso y chispeante, que baja saltarín entre las rocas acariciándolas sin erosionarlas.
A veces eres agua que se escurre entre mis dedos. Y me duele verte partir dejando mis manos vacías. ¿Pero como podría querer retenerte? Si el agua estancada se pudre y yo prefiero morir de sed, pero verte fluir claro y puro…